En medio de la peor sequía registrada en la historia reciente de México, la agricultura nacional encuentra un rayo de esperanza en la tecnología. Con el país ubicado como el segundo con mayor estrés hídrico en América Latina, la Inteligencia Artificial (IA), el Big Data y el Internet de las Cosas (IoT) emergen como herramientas clave para garantizar la productividad del campo sin agotar los recursos naturales.
Según José Antonio Tiburcio, director de Innovación y Pequeños Agricultores para Bayer México, la situación es crítica: “Tan solo en 2023, 163 municipios enfrentaron sequía extrema y las presas operaron apenas al 54% de su capacidad. En estas condiciones, es muy complicado atender la demanda alimentaria del país”, advirtió.
Con 21 millones de hectáreas sembradas en 2024, de las cuales 14.5 millones dependen exclusivamente de lluvias de temporal, la necesidad de eficiencia es urgente. En este contexto, las tecnologías digitales se han convertido en un salvavidas.
Herramientas impulsadas por IA permiten a los agricultores optimizar el uso del agua, ahorrando hasta un 30% en cultivos como maíz, sandía, melón, nueces y cítricos. Estas soluciones no sólo reducen el consumo del vital líquido, sino que también elevan los niveles de productividad por hectárea.
«El rendimiento de las parcelas no se ve afectado. Al contrario, en muchos casos hemos logrado aumentarlo usando menos agua que con los métodos tradicionales», afirmó Tiburcio.
Las aplicaciones desarrolladas por Bayer han permitido ahorrar hasta 5.7 millones de metros cúbicos de agua por ciclo de cultivo. Esto equivale a más de 1,780 millones de litros del recurso hídrico, en un país que, según el Banco Mundial, apenas dispone de 3,200 metros cúbicos de agua per cápita.
A pesar de los avances, la brecha digital sigue siendo un gran reto: menos del 15% del campo mexicano ha adoptado tecnologías de digitalización. Las principales barreras: falta de capital, escasa alfabetización digital y ausencia de políticas públicas efectivas.
«Necesitamos colaboración entre empresas, gobierno y sociedad civil para digitalizar el campo. De no hacerlo, podríamos enfrentarnos no sólo a una crisis hídrica más severa, sino también al riesgo de no poder producir nuestros propios alimentos», advirtió Tiburcio.
Con la OCDE advirtiendo que México se encuentra entre los 30 países con mayor riesgo de sequía extrema para 2025, la agricultura inteligente no es una opción, sino una necesidad urgente. La ciencia y la innovación son la ruta para una agricultura regenerativa, eficiente y respetuosa del medio ambiente.
Porque el futuro del campo —y de la seguridad alimentaria nacional— dependerá de cuán rápido el país pueda sembrar tecnología y cosechar sostenibilidad.