De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la fragilidad de los sistemas agroalimentarios afectaría a un gran número de personas al poner en peligro la disposición de alimentos.
El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha dado a conocer un artículo donde, de acuerdo con información de la FAO, 3 mil millones de personas no pueden acceder a una dieta saludable de manera regular.
El CIMMYT señala que, cualquier alteración en el sistema afectaría toda la cadena agroalimentaria, un ejemplo, fueron los enlaces de transporte durante la pandemia de COVID-19.
El doctor Bram Govaerts, Director General del CIMMYT señaló que “análisis recientes indican que, dados los efectos combinados del cambio climático y el crecimiento de la población, es solo cuestión de tiempo antes de que experimentemos un shock en el sistema alimentario mundial. La probabilidad aumenta con la frecuencia y la gravedad de los desastres naturales —como tormentas, sequías e inundaciones— y aumenta junto con la urbanización, los cambios en los patrones de consumo de alimentos, recursos y la contaminación”.
Actualmente existen crisis alimentarias en todo el mundo, mismas que los expertos afirman que podrían empeorar ante las afectaciones al sistema, por lo que detonaría situaciones como un aumento en el número de personas desplazadas en el mundo.
Por esto, el CIMMYT resalta la importancia de impulsar sistemas agroalimentarios que “garanticen que todos sus componentes funcionen bien en el transcurrir del tiempo”.
Govaerts dio a conocer una proyección realizada por una organización, donde se demuestra que “una confluencia de fenómenos meteorológicos extremos que afecten a las principales regiones productoras de cereales daría lugar a caídas mundiales de la producción de maíz del 10%, la soja del 11%, el trigo y el arroz del 7%”.
En cuanto a estos temas, el Director General del CIMMYT menciona que, si bien es difícil proteger los cultivos de las lluvias torrenciales, sí es posible prevenir o controlar la propagación de plagas y enfermedades, además de que es posible aumentar gradualmente la tolerancia de un cultivo a la sequía utilizando prácticas agrícolas sustentables.
Destacó los resultados que surgen de las investigaciones, y de ahí la importancia de la inversión en las mismas, por lo que los especialistas concluyen en la necesidad de incorporar políticas agroalimentarias, “invertir en la ciencia aplicada al campo e impulsar mayor coordinación entre todos los sectores”.