El representante científico de México ante la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), José Enrique Herbert Pucheta, informó que, con el apoyo de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, se logró determinar, a través de resonancia magnética, las características genéticas de distintos vinos, lo que permitirá proteger su origen.
Como si se tratara de ADN, la huella del vino es un perfil metabólico, basado en una técnica desarrollada en México y aprobada por la OIV, que determina la cantidad de sustancias químicas que están presentes en todo el proceso del vino, desde su uva, origen geográfico y procesos de fermentación, explicó.
Resaltó que con esta huella se pueden identificar y redefinir diferentes orígenes geográficos del vino, autenticaciones de variedades y ofrece la posibilidad de evaluar los efectos del cambio climático en las unidades productivas, lo que permitirá generar una estrategia de mitigación, adaptación y rescate de material vegetativo.
Herbert Pucheta detalló que se está en fase de validar esta técnica compleja con los otros métodos avalados en identificaciones y cuantificaciones asociadas a sustancias en parámetros de degradación, aminoácidos y azúcares, a través de algoritmos basados en inteligencia artificial, que fueron generados en el país.
Resaltó que la base de datos mexicana es más robusta y ayuda a generar bases de datos en todo el mundo, además de la caracterización en la calidad de productos, por ejemplo, artesanales y ancestrales, así como omisión de metales para ser más competitivos.
El también coordinador científico del Congreso afirmó que estos avances científicos permitirán además trabajar sobre la trazabilidad del glifosato en la producción de maíz, toda vez que la técnica es equivalente, en respuesta a la estrategia de sustituir esta sustancia química por otros insumos amigables con la salud y el ambiente.
La Secretaría de Agricultura expuso que México cuenta con 15 estados productores de vino, con un total de seis mil 448 hectáreas de superficie plantada de uva para vino y se tienen 400 proyectos vitivinícolas. Asimismo, cinco de cada 10 botellas de vino que se consumen en el país son nacionales.
El estado de Baja California registra cuatro mil 533 hectáreas sembradas en los ocho valles (Tanama, San Valentín, Las palmas, Guadalupe, Ojos Negros, La Grulla, Santo Tomas y San Vicente), 170 productores de vid y 260 proyectos vitivinícolas.
También, se siembran más de 40 variedades: Aglianico, Barbera, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Carignan, Carmenere, Cinsault, Chenin Blanc, Colombard, Crimson, Dolchetto, french colombard Grenache, Italiana, Malbec, Marsane, Merlot, Misión y Montepulciano.
La dependencia indicó que en el desarrollo de las conferencias, mesas de trabajo y reuniones enfocadas a temas de enología, economía y derecho, así como salud y seguridad, participaron casi dos mil 400 personas, entre científicos, especialistas, productores, académicos, diplomáticos, enólogos, sommeliers y visitantes de 49 países.
Expuso que dentro de los resultados del Comité Técnico Científico y resolutivos aprobados por la Asamblea General de la OIV, en el marco del Congreso destacan los temas de sustentabilidad y cambio climático desde la perspectiva de resiliencia del sector vitivinícola posterior a la pandemia, en donde se contó con la participación de oradores de primer nivel de Alemania, Australia, Chile, España y Estados Unidos.
Señaló que los primeros resultados científicos mostrados a la comunidad internacional, derivados del Plan Estratégico de la OIV 2020-2024, comprenden seis ejes de acción: Viticultura amigable, Actividad económica de la viña y el vino de la mano de desarrollo sustentable, Impulso al desarrollo social a través de la vitivinicultura, Controles y regulaciones armonizadas, Estrategia de transición digital -de la cual México ha tenido logros significativos en el área de la propuesta de laboratorios inteligentes y “garajes digitales” y Consolidación del rol de la OIV en los ambientes científicos, técnicos y culturales.